Magaly Crespo Alvarez Quizás ese fin de semana solo buscábamos perdernos en las carreteras asturianas, y fue así como llegamos a Taramundi. Después de 3 puertos de montaña, 4 horas y alguna parada para repostar, sin mencionar el embalse de Grandas de Salime, que me pareció sinceramente una obra grandiosa de una época oscura de España.
Lo que teníamos claro era la tortilla de cabrales del Lagar Sidreria Solleiro y la playa, el resto de cosas las fuimos organizando sobre la marcha. Al final esos planes a veces salen bien, aunque para una guía turística esto sea impensable.
La tortilla fue como la sidrería, agradable, que deja huella. Y no hablo de ese tipo de platos rebuscados, con nombres imposibles, hablo de esos sabores que se adhieren al paladar y hacen que dudes que el mejor arroz con leche era el de tu abuela.
La visita a Vegadeo fue un paseo agradable por esta pequeña ciudad a orillas del rio Eo. Como casi todos los pueblos de la costa occidental asturiana, la arquitectura indiana ha dejado su huella, obligando al paseante a mirar hacia arriba. El sábado, día de mercado, se pueden degustar las especialidades de la region, escuchando ese dialecto tan particular que no es otro que el eonaviego, una mezcla pintoresca de asturiano y gallego.
Carne a la plancha y requesón con miel, el Restaurante Parrilla San Roque merece bien su anotación en Tripadvisor, en el cual pienso escribir una aportación porque el servicio no puede ser mas agradable, y necesitas ese punto y seguido para llegar con energía a la playa de Penarronda. La carne, de una calidad excepcional, cocinada en una verdadera parrilla, tenia ese sabor que todas las comidas de vacaciones se merecen.
El alojamiento ( last minute ) elegido fue Casa Petronila by Booking en Taramundi, un hotel de ** estrellas con unas vistas que nos hubiese gustado disfrutar pero que no pudo ser por la reserva tardía. Impresionante por fuera, sus balcones pedían a gritos una foto de buenos días, sin embargo, al final no fue nada fuera de lo normal, simple y eficaz, aunque el desayuno que pedimos podría haber sido mucho mejor a juzgar por el resto de gastronomía del lugar.
Os Teixóis, una visita obligada, un conjunto impresionante, un patrimonio protegido y explotado en su justa medida. Tomarse un Ribeiro ( mi vino favorito ) a la orilla del rio es una delicia sin la que nadie debería pasar.
Se trata de una visita a pie desde el aparcamiento situado en la zona de la solana de este conjunto histórico. En el se puede visitar el «famoso mazo» un conjunto hidráulico monumental, un lugar tranquilo e inolvidable.
Para finalizar el fin de semana, destino Ribadeo. Cambiamos de provincia para realizar mi primera visita a una ría. Y que mejor forma que hacerlo desde O Cargadeiro, una plataforma que se asoma a la ría y que reproduce en parte la estructura de descarga original del mineral de hierro fundido que se extraía en las minas de A Pontenova y que desde aquí se distribuía a toda Europa.
He de confesar que Galicia siempre ha sido mi gran olvidada, y que debo pensar en ella mas de lo que pienso. En Ribadeo tenia claro que la Torre Dos Moreno iba a ser fotografiada por mi. Patrimonio histórico y de nuevo arquitectura indiana, aunque con un estilo ecléctico, este edificio completamente en ruinas, pide a gritos una restauración que debe ser inmediata. Ha sido apuntalado y por los cristales rotos, los ventanales en ruinas, podemos observar alguna de las escaleras y adivinar los patios.
Después de una visita triste a la Praia das Catedrais, excesivamente explotada en estas épocas del año, rumbo de nuevo a Asturias, donde el Restaurante Bar Casa del Mar en Tapia de Casariego, con su queso de el «vicio» pusieron un punto y seguido a estas escapadas de fin de semana, que si no curan del todo, hacen que sanes.
